El ladrillo caravista es un material cerámico estético de alta calidad técnica, que llegó al sector de la construcción en España en 1985. En pocos años logró ganarle terreno a otras técnicas y materiales. Al tratarse de un producto respetuoso con el medio ambiente, marcó un antes y un después en la historia de nuestras fachadas.
Este material se caracteriza por ser muy resistente al agua, a la absorción y a la compresión. Se clasifica, generalmente, en varios tipos diferentes en función de su resistencia, exposición, composición y porcentaje de huecos.
Tipos de caravista
Generalmente hay siete tipos de ladrillo caravista:
- Ladrillos perforados: su volumen de huecos es inferior al 45%.
- Ladrillos macizos: su volumen de huecos es inferior al 25%, con caras rugosas y de apariencia tosca.
- Ladrillos de Gres y Clinker: fabricados a partir de arcillas especiales, con muy baja porosidad y una elevada resistencia.
- Ladrillos hidrofugados: alta impermeabilidad, sin eliminar su capacidad de transpiración.
- De baja succión.
- Ladrillos F2: uso en exposiciones severas.
- Ladrillos F1: uso en exposiciones moderadas.
Problemas frecuentes y tratamiento en fachadas
Pese a todas las ventajas que el ladrillo cara vista nos ofrece, factores externos como las inclemencias del tiempo, el desgaste del mortero utilizado durante la colocación o una cocción del ladrillo defectuosa de fábrica, pueden llegar a producir problemas en este tipo de ladrillo que requieren de un tratamiento profesional.
Lo primero que puede aparecer en tu fachada son grietas en el muro o fisuras, lo que con el tiempo acarrea humedades y oxidación en la estructura interna del cerramiento.
Otra incidencia común es la llamada meteorización del ladrillo. En ese caso, el material se deshace como si fueran migas de pan. La causa suele atribuirse a una cocción inadecuada del material durante el proceso de fabricación, ya sea por no alcanzar la temperatura idónea o por falta de tiempo en el horno.
En ambos casos, se deberá proceder a la reparación y rehabilitación de la fachada para evitar desprendimientos y multas.
Para ello, hay varias opciones:
- Cambiar las piezas en mal estado y esperar a que las demás también presenten síntomas, para así ir reemplazándolas progresivamente.
- Demoler todo el revestimiento de la fachada, aplicar productos hidrofugantes en los casos más graves con tal de evitar problemas de humedades y alzar de nuevo el tabique cara vista.
- En el caso de las grietas, “coserlas” con grapas de acero en cada hilada y/o rejuntar de nuevo para evitar que el agua provoque estragos por falta o desgaste del cemento original.
- Limpieza de chorro de agua a presión y temperaturas adecuadas para no dañar el soporte y eliminar restos de suciedad y polvo acumulados.
- Llagueado de juntas de ladrillo caravista mediante mortero hidrófugo.
- Aplicación impregnante hidrófuga con autoprotección para el soporte
“Cuando construimos déjanos creer
que lo hacemos para siempre”.
John Ruskin
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