La aluminosis, también conocida como “la fiebre del hormigón”, es una lesión del hormigón en las viguetas prefabricadas de los forjados de un edificio. Cuando esto ocurre, el material deja de ser resistente, pierde su adherencia con el acero y aumenta su porosidad, lo que supone un riesgo para la estabilidad del edificio o de la vivienda.

Puede darse si el material empleado fue cemento aluminoso, una mezcla muy utilizada en la construcción entre los años 50 y 80, fabricada a partir de bauxita y caliza. Este cemento es muy resistente a corto plazo, a temperaturas elevadas y en ambientes agresivos (sulfatados, ácidos, marinos…), pero si su parte alcalina reacciona con el CO2 del aire, el PH se reduce y da lugar a lo que se conoce como proceso de carbonatación.

¿Cómo saber si mi edificio sufre de aluminosis?

La primera señal de alarma será ver que las viguetas presentan fisuras y manchas de óxido, debido a la corrosión de las armaduras. En este momento es recomendable que prestes atención y recorras los siguientes puntos:

  • En primer lugar, debes tener la certeza de que el material empleado fue, tal y como explicamos, cemento aluminoso.
  • A continuación, analiza si la zona en la que se ubica la construcción es marítima o industrial, expuesta a atmósferas húmedas, salinas y/o agresivas.
  • Inspecciona si hay partes donde el color del hormigón ha adquirido una tonalidad ocre o marrón oscuro.
  • Además, comprueba a simple vista si existen deformaciones excesivas en las viguetas o pequeños desprendimientos en el hormigón que las recubre.

Si todos estos pasos se confirman, es probable que tu vivienda sufra un problema de aluminosis. Esto no suele ser grave si se detecta y se actúa a tiempo, pero es importante no ignorarlo y recurrir a la ayuda de un profesional cuanto antes. La estabilidad y el soporte de tu edificio están en riesgo.

¿Cómo solucionar los problemas de aluminosis?

Lo mejor es llamar a un técnico experto para que lleve a cabo una prueba de aluminosis en el hormigón prefabricado de las viguetas y pueda, de este modo, confirmar el diagnóstico. Tipos de pruebas:

  • Ensayos químicos
  • Ensayos de difracción de rayos X o DRX
  • Ensayos cualitativos
  • La medición del grado de fisuración y la sección de las armaduras
  • Microscopía Electrónica de Barrido
  • El método del cloruro de bario para la identificación de sulfatos
  • Determinación del contenido en óxido de aluminio
  • La medición de la velocidad de corrosión del hormigón, según su resistencia mecánica

Una vez la presencia de aluminosis queda confirmada, existen tres tipos de actuaciones para solucionar esta patología:

  1. Mantenimiento: en los casos menos graves se deberá actuar sobre los principales factores de riesgo que agravan la aluminosis, como la humedad y la temperatura (instalación de agua, canalización, evacuación, ventilación, impermeabilización y/o aislamiento térmico). A parte, deberán realizarse revisiones periódicas durante toda la vida útil del edificio.
  2. Refuerzo: en los casos de gravedad media, se procederá a la colocación de fibra de carbono o láminas de acero para sujetar la vigueta y recubrirla con mortero de resina. De esta manera, será capaz de continuar soportando el peso y estará protegida contra la humedad.
  3. Sustitución funcional del elemento dañado: en los casos más graves y, a través de técnicas más complejas, se tratará de añadir elementos al material dañado para que puedan seguir realizando su función.

En ANT Soluciones Integrales somos expertos en todo tipo de situaciones derivadas de la aluminosis. Si piensas que todo esto puede estar pasándote, te recomendamos que te pongas en contacto con nuestro equipo de profesionales. Te asesoramos gratis y, si lo deseas, puedes solicitarnos un presupuesto sin compromiso. ¡Llámanos al 964 296 676 y devuélvele la salud a tu edificio!

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